viernes, 20 de noviembre de 2009

DYLAN THOMAS: revolviendo entre sus versos



Siempre me interesó la correspondencia de los poetas como punto de partida para analizar su pensamiento. En una de sus cartas a los 19 años Dylan dice: "no catalogar mi cerebro en compartimentos separados, es decir no diferenciar lo que en mí escribe poesía de lo que dice llega la una, es hora de comer" (1). Dylan Thomas expresa claramente que nunca miró la realidad fragmentada, había una unidad: hombre-planeta-cosmos. A él no le costaba "poetizar" si en este término un tanto confuso mezclamos: imaginación, ingenio, capacidad fabuladora y metafórica, sentido rítmico y pictórico. Sin embargo el ambiente social europeo se llenaba de pesimismo; la crisis económica golpeaba Inglaterra, los vientos de guerra estaban a la vuelta de la esquina. Corría el año 1934 y el destino de Occidente era cada día más incierto.


A los veinte años, después de la publicación de 18 Poemas en una carta dice: "Han pasado los días fértiles y ahora cada poema es el más duro y desgraciado acto de creación (...) Cada día me pongo más oscuro. Me da dolor físico escribir un poema. Siento que todos los músculos se me contraen cuando trato de arrancar las palabras arremolinadas alrededor de mis eternas ideas sobre la importancia de la muerte en la vida." (2)



Para Thomas, la poesía del misterio humano era la única posible, buscaba expresar el tumulto multifacético de la vida, el tránsito humano por la luz entre dos oscuridades latentes: la anterior al nacimiento y la que se posterga más allá de la muerte.

Sus grandes ídolos literarios fueron los poetas herméticos ingleses e irlandeses: William Blake, William Butler Yeats, James Joyce, el libro de la Biblia y parte de los conocimientos de Freud. El uso constante de ciertos símbolos en su poesía lo confirman: animales, pájaros, árboles, los cuatro elementos, el movimiento de las cosas vivas, las cuatro estaciones. Mezclados con imágenes bíblicas, ecos de la cábala y la alquimia, haciendo analogías con el psicoanálisis: el útero como comienzo de la vida, el erotismo como fuente primigenia. Versos como: "La voz del arpa del polvo del agua se aferra al repliegue de los campos" o "aquellas que un invierno de carne de gallina amaron el cielo convertido en hojas" (3) no podían menos que concederle una fama de poeta oscuro.

Cuando se murió hubo necrológicas como: "espíritu inmortal que creó un lenguaje y se burló de la grandilocuencia". Es una suerte poder decir ahora que sólo fue un poeta que amó desesperadamente a los hombres y a las palabras, y que se mató cuando ya no fue capaz de emitir las imágenes que fueran la representación más fiel de si mismo.


Dylan Thomas en 1953. (Foto de Rollie McKenna)



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Notas:

(1) "Cartas". Selección y prólogo de Constantín Fitzgibbons. Pag. 35. (Ediciones de la Flor, Buenos Aires).
(2) "Cartas".
(3) "Poemas 1934-1952", Colección Visor de Poesía. (Madrid, 2000)




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